
Se dice que nuestra vocación se empieza a observar desde que somos niños, mediante los juegos que realizamos. En mi caso esto es cierto, pues desde muy pequeña me llamó la atención la docencia, esa era mi diversión: jugar a “la maestra”, en donde yo, por supuesto, era la maestra (imitando el modelo de profesor de hace 40 años). Por esa razón decidí dedicarme a la docencia y estudié la licenciatura en matemáticas en educación, así como en física y química y cursos de inglés. Debo confesar que también me atraía la medicina, pero por cuestiones económicas, desistí de ella.
Pienso que la docencia es una de las carreras más nobles y satisfactorias. El saber que eres capaz de influir positivamente en la vida de otra persona, es simplemente maravilloso. Saber que tu esfuerzo, paciencia, perseverancia, vocación y preparación los condujo a aplicar ese enorme potencial, te hace sentir importante.
Es muy placentero cuando un exalumno se acerca a ti en cualquier lugar y te agradece el que hayas sido su profesor o que te diga que gracias a tus clases él no ha tenido problemas en la universidad y que va muy bien. Un ejemplo reciente (el semestre pasado) que me hizo sentir que mi trabajo tenía sentido fue cuando dando Biología y estando en el tema de sistema circulatorio, estudiando la función de cada uno de los componentes de la sangre (hemoglobina, plaquetas, leucocitos, etc.) les solicité sus análisis de laboratorio de sangre (completos, QS y BH) para que ellos mismos interpretaran sus resultados(confirmándolos posteriormente con el médico de la institución); una alumna resultó con problemas renales, pero todavía tratable, a tiempo de evitar la insuficiencia renal.
El ser profesor de EMS me implica un gran compromiso porque de nuestra labor va a depender el futuro profesional de muchos jóvenes que a su vez tendrán que servir a su sociedad, misma que les está exigiendo una mayor competitividad, dado el mundo globalizado en que estamos viviendo.
Reconozco que no todo es color de rosa, también hay situaciones muy decepcionantes, como cuando sé de alumnos que ingieren alcohol o drogas a pesar de las pláticas, o a exalumnos que no fueron aceptados en la universidad, o cuando simplemente ya no quisieron seguir superándose.
Pienso que la docencia es una de las carreras más nobles y satisfactorias. El saber que eres capaz de influir positivamente en la vida de otra persona, es simplemente maravilloso. Saber que tu esfuerzo, paciencia, perseverancia, vocación y preparación los condujo a aplicar ese enorme potencial, te hace sentir importante.
Es muy placentero cuando un exalumno se acerca a ti en cualquier lugar y te agradece el que hayas sido su profesor o que te diga que gracias a tus clases él no ha tenido problemas en la universidad y que va muy bien. Un ejemplo reciente (el semestre pasado) que me hizo sentir que mi trabajo tenía sentido fue cuando dando Biología y estando en el tema de sistema circulatorio, estudiando la función de cada uno de los componentes de la sangre (hemoglobina, plaquetas, leucocitos, etc.) les solicité sus análisis de laboratorio de sangre (completos, QS y BH) para que ellos mismos interpretaran sus resultados(confirmándolos posteriormente con el médico de la institución); una alumna resultó con problemas renales, pero todavía tratable, a tiempo de evitar la insuficiencia renal.
El ser profesor de EMS me implica un gran compromiso porque de nuestra labor va a depender el futuro profesional de muchos jóvenes que a su vez tendrán que servir a su sociedad, misma que les está exigiendo una mayor competitividad, dado el mundo globalizado en que estamos viviendo.
Reconozco que no todo es color de rosa, también hay situaciones muy decepcionantes, como cuando sé de alumnos que ingieren alcohol o drogas a pesar de las pláticas, o a exalumnos que no fueron aceptados en la universidad, o cuando simplemente ya no quisieron seguir superándose.